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"Ocaso de una tarde primaveral"
"Es una vista de total naturaleza virgen e indómita. El agreste paisaje orillero del “Santa Lucía” luce monocromático, dominado por los brillantes haces lumínicos dorados del poniente Sol, que se filtran por entre la frondosa vegetación de arbustos, por nuestras espaldas. Desde esta ubicación costera parece todo brillante. Las flores de los aromos, los azahares de algunas plantas frutales, el plumaje y el pico de ciertas aves que revolotean y cuchichean nerviosas en las ramas, ya prestas a dormir. El interminable y persistente susurrar de las aguas del río, en su eterno viaje hacia el Paraná adormece nuestras ansias y actúa como un brazo que nos obliga a permanecer en el lugar. Es primavera y las gramíneas bajas muestran una variedad increíble de pequeñas flores dispersas por todas partes. Apelamos a nuestra capacidad selectiva para intentar reconocer la fragancia predominante pero nos resulta por demás difícil; la multiplicidad de perfumes que se percibe es saludablemente abrumadora. Comienza a debilitarse aceleradamente nuestra fuente de luz y con ello la vivaz luminosidad que hasta hace unos instantes nos deslumbraba. El cobrizo fondo del horizonte de a poco se transforma en alargados e incoloros manchones y a medida que transcurren los segundos se vuelve más difuso, penumbroso y carente de contrastes. Ya todo es una gran masa oscura, solo resaltan a lo lejos el titilar de las luces de la ciudad, el brillo de las primeras estrellas y casi al alcance de nuestras manos, las perlitas brillantes que viajan incansablemente y con zigzagueantes piruetas, por el cauce del río en busca de un desconocido destino".
JUAN DUARTE-SANTA LUCÍA.
Foto. Río Santa Lucía (Ctes)